"Memorias de Adriano".Margueriyte Yourcenar.

15.10.2025

Prólogo. Clara Janés.

Cada palabra que lees es la síntesis por lo menos de tres voces comparables a otros estratos de una excavación, la de Adriano, la del estudio de la historia y la de la propia Yourcenar.

No hay que olvidar que son las memorias de un hombre sabio, realista, esperanzado y sobrio, consciente del importante papel que le ha tocado desempeñar en la vida e investido de una gran dignidad y contención, por lo cual no se detiene en el relato de sus proezas o sus amoríos, sino que escribe a fin de que sus experiencias y cuanto de sabiduría haya podido albergar no se pierda.

Pasan así con idéntica austeridad ante nuestros ojos los años de infancia, juventud heroica y luchadora o la serena madurez, con distintos paisajes de fondo desde la españa natal hasta la Dacia (Rumania-Moldavia actual), Grecisa , Mesopotamia, Egipto.

Amimula Vagula, Blandula.

Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un mosntri¡uo soplando que acabará por devorar a su amo.

No te llames a engaños:aún no estoy tan débil como para ceder a las imaginaciones del miedo, casi tan absurdas como las de la esperanza y sin duda mucho más penosas. De engañarme preferiría el camino de la confianza , no perdería más por ello y sufriría menos.

Decir que mis días están contado no tiene sentido; así fue siempre , así es para todos.

El justo combate entre la inteligencia humana y la sagacidad de las fieras parecía extrañamente leal comparado con las emboscadas de los hombres.

El compañero de mis últimas cacerías murió joven y mi gusto por esos violentos placeres disminuyó mucho después de su partida. Una fiera es un adversario pero el caballo un amigo Si hubiese podido elegir mi condición seía la de centauro.

Comer demasiado es un vicio romano, pero yo fui sobrio con voluptosidad. Comer un fruto significa hacer entrar en nuestro Ser un hermoso objeto viviento, estraño, nutrido y favorecido como nosotros por la tierra;significar;significa consumar un sacrificio en el cual optamos por nosotros frente a las cosas.

El agua es una delicia que un enfermo como yo solo debe gustar con sobriedad.

Durante algún tiempo me abstuve de comer carne en las escuelas de filosofía, donde es de uso ensayar de una vez por todascada método de conducta; más tarde vi en Asia los gimnosofistas apartar la mirada de los corderos humeantes. Esta austeridad exige atenciones más complicadas que la gula.

En los ayunos o en las iniciaciones religiosas, he apreciado las ventajas espirituales de las distintas formas de absteniencias, donde entre en vértigo el cuerpo, privado de lastre, entramos en un mundo para el cual no hemos sido hecho y que prefigura las frías levedades de la muerte. Esto me dio la idea de suicidio progresivoo inanición de algunos filósofos.

El juego misterioso que va desde el amor a un cuerpo al amor de una persona me ha parecido lo bastante bello como para consagrarle parte de mi vida. Las palabras engañan , proque la palabra placer abarca realidades contradictorias, comporta a la vez nociones de tibieza, dulzura, intimidad agonía y grito.

He soñado a veces elaborar un sistema de conocimiento humano basado en lo erótico, una eteoría del contacto humano en el cual el misterio y la dignidad del prójimo cosistirían precisamente en ofreceral Yo el punto de apoyo  de ese otro mundo.

Aun en encuentros menos sensuales, la emoción nace  o se alcanza por el contacto:la mano un tanto repugnante, la ferente sudada de mi padre agonizando,la llaga de un herido que curamos.

Si no seguí la carrera de seductor, se debe sin duda a que preferí, si no algo mejor, otra cosa. A falat de genio esa carrera exige atenciones y aun estratagemas para las cuales no me sentía destinado.

El catador de belleza termina por encontrarla en todas partes , filón de oro en las venas más innobles y goza al tener en sus manos esas obras maestras fragmentarias, manchadas o rotas, un placer entendido que colecciona a solas una alfarería que otros creen vulgar.

Para un hombre refinado, la eminencia en los negocios humanos  significa un obstáculo más grave, pues el poder casi absoluto entraña reisgos de adulación o mentira.

También nos tranquiliza el que nos cura de fatiga, pero esa cura temporal se cumple más por el más radical de los procedimientos, el dejar de ser.

La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana, un poco como las grandes actitudes inmóviles de las estatuas me enseñaron a apreciar los gestos. En cambio y posteriormente , la vida me aclaró los libros.

La observación de los hombres , que casi siempre ocultarnos sus secretos o hacernos creer que los tienen ; y los libros, con los errores particulares de perspectivas que nacen entre sus líneas.

La observación directa de los hombres es un método aún más incompleto, que en la mayoría de los casos se reduce alas groseras comprobaciones que constituyen el pasto de la malevolencia humana.

En cuanto a la observación de mí mismo, me obligo a ella aunque sea solo para llegar a un acuerdo con ese individuo con quien me veré forzado a vivir hasta el fin, pero una familiaridad de casi  sesenta años guarda todavía muchas posibilidades de error.

Pienso a veces que los grandes hombres se caracterizan por sus posiciones extremas: su heroísmo en mantenerse en ella toda la vida.

Una parte de cada vida y aun de cada vida insignificante , transcurre en buscar las razones  de ser, los puntos de partida, las fuentes. Mi impotencia para descubrirlos me llevó a veces a las explicaciones mágicas, a buscar en los delirios de lo oculto lo que el sentido común no alcanzaba a darme. Cuando los cálculos complicados resultan falsos, cuando los mismos filósofos no tieen ya nada que decirnos, es excusable volverse hacia el parloteo fortuito de las aves , o hacia el lejano contrapeso de los astros.

Varius Multiplex Multiformis.

Catón el viejo tenía fama de brujo y los aldeanos trataban de evitar su mirada, pero gozaba de un poder singular sobre los animales. El mundo para él era un bloque:una mano confirmaba los astros.

Mi padre Elio Afer Adriano, carecía de ambición y de alegría; como tantos hombres que se van eclipsando de año en año, se había ocupado de maniática minucia de las insignificancias a las cuales se dedicaba. La experiencia había desarrollado en mi padre un extraordinario excepticismo sobre los seres humanos, y en él me incluía siendo yo apenas un niño. Si hubiera asistido a mis éxitos, no lo habrían deslumbrado en absoluto; el orgullo familiar era tan grande que nadie hubiera admitido que yo agregaba alguna cosa.

Con frecuencia he reflexionado sobre el error que cometemos al suponer que un hombre o una familia participan necesariamente de las ideas o los acontecimientos del siglo en que les toca vivir.

Llegué a querer a mis maestros, a esas relaciones extrañamente íntimas y extrañamente elusivas que existen entre el profesor y el alumno y las Sirenas cantando en lo hondo de una voz cascada que por primera vez nos revela una obra maestra o nos explica una nueva idea. después de todo el más gran seductor no es Alcibíades sino Sócrates.

La lectura de los poetas tuvo efectos todavía más trastornadores; no estoy seguro de que el descubrimiento del amor sea por fuerza más delicioso que el de la poesía. Me transformé; la iniciación a la muerte no me hará entrar más profundamente en otro mundo que en un crepúsculo dicho por Virgilio. Gusté por sobre todo de los poetas más complicados (Ennio, Lucrecio, Homero, Hesíodo) y oscuros, que someten mi pensamiento a una difícil gimnástica; los más nuevos o antiguos, aquellos que me abren caminos novísimos o aquellos que me ayudan a encontrar huellas perdidas.

Los sacerdotes egipcios me enseñaron sus signos, mas´que palabras para clasificar el mundo y las cosas, habla sepulcral de una raza muerta. En la guerra con los judíos el rabino Josuá me enseñó rtextos de esa lengua sectaria, tan preocupados por su dios que han desatendido los humano. Con los celtas me familiaricé con sus lenguas auiliares, ciertos cantos. Las jergas bárbaras valen las reservas de las palabras y que expresan el porvenir.. El griego tiene tras él tesoros de experiencia, del hombre y del estado.

Las matemáticas y las artes me ocuparon sucesivamente, tuve así ocasión de seguir en Atenas un curso de medicina de Leotiquidas. Me hubiera gustado ser médico su espíritu no difiere en esencia al de emperador.

Cuando el reinado de Domiciano llega a su fin, su primo mayor Trajano, que se había cubierto de gloria en las fronteras la tribu española se afianzaba en Roma. Mi primo me nombró un año juez del tribunal encargado de los litigios sucesorios. Allí conocí al que sería mi mentor y asesor y amigo hasta su muerte  Neracio Prisco.

En el Senado me llamaban "el estudiante griego".

Los hombres más opacos emiten algún resplandor.

Nuestro gran error está en tratar de obtener de cada uno en particular las virtudes que no posee, descuidando cultivar aquellas que posee.

En cuanto a mí busqué más la libertad que el poder y el poder tan sólo porque en parte favorecía la libertad. No me interesaba una filosofía de la libertad humana (todos la que la inetentan me hastían) sino una técnica; quería hallar la charnela donde nuestra voluntad se articula con el destino.

Como en definitiva todo es una decisión del espíritu, aunque lenta  e insensible, que entraña asimismo la adhesión del cuerpo, me esforzaba por alcanzar gradualmente ese estado de libertad (o sumisión ) casi puro.

De haberse prolongado en exceso esta vida en Roma me hubiera agriado, corrompido o gastado. Me salvó el ejército, su incorporación significaba viajar y me puse en marcha lleno de júbilo.

Mi gusto por el extrañamiento hizo frecuentar los bárbaros. Assar mi guía caucásico rompía hielo para abrevar nuestros caballos. Aquellas bestias era nuestro punto de contacto con los bárbaros; los regateos y las interminables discusiones originaban una especie de amistad y el respeto mutuo nacía de alguina proeza ecuestre.

Yo le inspiraba muy poca confianza a mi primo 24 años mayor que yo y co-tutor desde que mi padre murió yo con 12. Y lo inquietaba al tener mucho respeto por los filósofos, y tenerlos lejos al tener cerca a un joven teñido de literatura. Un incidente de la vida privada estuvo a punto de perderme, un rostro bello me conquistó, y también al emperador, Cayo Julio Galo; su secretario.

Un ser embriagado de vida no prevé la muerte; ésta no existe y él la niega con cada gesto.

Plotina mi prima persuadió a Trajano para que le prepara sus discursos. Y creyó aytudar mi carrera cuando Plotina arreglome un casamiento con la sobrina nieta de Trajano. Aunque pertenecía más a la familia al casarmefue una fuente de irritaciones e inconvenientes. Todo aquello me desagradaba excepto el hermoso rostro de Plotina.

Un hombre que lee, que piensa o que calcula, pertenece a la especie y no al sexo; en sus mejores momentos llega a escapar a lo humano.

Siempre aprecié las caballeras de las mujeres, esa parte sedosa y ondulante de un cuerpo, pero la cabellera de la mayoría de nuestras mujeres son torre, laberintos, barcas o nudos de víboras.

Los éxitos habían minadola disciplina; en los puestos avanzados volví a encontrar parte de la grosera despreocupación de las fiestas romanas.

Mi popularidad  era lo bastante grande como para no vacilar en imponer a las tropas las más duras restricciones: inventé el culto dela Disciplina Augusta, que logré extender más tarde a todo el éjercito.

Contra los sármatas (iraníes) vencí y volví a Romma lleno de honores. Pero había envejecido.

Trajano había llegado a ese momento de la vida en que el ser humano se abandona a su demonio o a su genio, siguiendo una ley misteriosa que le ordena destruirse o trascenderse.

El despilfarro más insensato se había apoderado de quel hombre tan noblemente parsimonioso cuando se trataba de sus necesidades personales.

Si el grupo de mis partidarios iba en aumento, lo mismo ocurría con el mis enemigos.

Me parecía que a veces el espíritu griego no había llevado a sus conclusiones extremas las premisas de su propio genio.

Poco importaba si el emperador, terminada la tarea del día, se abandonaba a orgías de cuartel, acompañado de jóvenes que le parecían agradables o hermosos. Pero en cambio era muy grave que Trajano abusara del vino, que soportaba mal y que aquella corte de subalternos, cada vez más mediocres, elegidos y manejados por equívocos liberts, tuviera el privilegio de asistir a todas mmis conversaciones con él y las comunicara con los adversarios. Pero Trajano evitaba los diálogos conmigo, el vino le proporcionaba groseras astucias, su csuceptibilidad de otros tiempos había cesado, insistía que me asociara a sus placeres: las risas , el ruido, las bromas más insignificantes de los jóvenes y me espiaba cuando tenía un trago de más.

Trajano soñaba con vengarse la derrota de Crasoel rey bábaro.

César tenía razón al preferir el primer puesto en una aldea que un segundo en Roma. Porque el que tiene el segundo puesto tiene los peligros de la revelión o transacción.

El misterio de los dioses, tan angustioso para mí, no tocaba a Plotina y tampoco compartía mi apasionado gusto por los cuerpos. Era casta por repusgnancia hacia la facilidad, generosa por decisión antes que por naturaleza, y la amistad era una elección en la que se entregaba por entera, entregándose como yo sólo me he entregado en el amor. Me conoció mejor que nadie. La intimidad de los cuerpos que nunca existió entre nosotros fue compensada por el contacto de dos espíritus estrechamente fundidos.

He comprendido que pocos hombres se realizan antes de morir y he juzgado con mayor piedad sus ininterrumpidos trabajos.

Tellus Sabilita.

Trataba yo de demostrar a los griegos que no siempre eran los más sabios y a los judíos que de ninguna manera eran los más puros

Tanto el bien como el mal son cosas rutinarias, que lo temporario se prolonga, que lo exterior se infiltra a lo interior y que a la larga la máscara se vuelve en rostro.

En esto como en todo, me negaba a someterme a un sistema. Todo es tan complicado en los negocios humanos que mi reino pacífico tendría también sus períodos de guerra, así como la vida de un gran capitán tiene, mal que le pese, sus interludios de paz.

Cada uno de nosotros posee más virtudes de lo que se cree, pero sólo el éxito las pone de relieve, quizá porque entonces se espera que dejemos de manifestarlas.

No llevaba, como tú haces, mis libros al palco imperial; se insulta al prójimo cuando se desdeñan sus alegrías.

Quería que mi prestigio fuese personal, pegado a la piel, inmediatamente mensurable en términos de agilidad mental, de fuerza o de actos cumplidos.

La moral es una convención privada, la decencia una cuestión pública; toda licencia visible siempre me ha hecho el mismo efecto de una ostentación de mala ley.

La amistad de Plotina era exigente pero sus exigencias sensatas.

L fortuna de un muerto está al abrigo de los reveses; hasat sus derrotas adquieren un esplendor de victoria.

Humanitas, Felicitas, Libertas: no he inventado estas bellas palabras que aparecen en las monedas de mi reinado.

Advierto una objeción a todo esfuerzo por mejorar la condición humana: la de que quizá los hombres son indignos de él.

Casi todos los hombres se parecen a ese esclavo; viven demasiado sometidos y sus largos periodos de embotamiento se ven ininterrumpidos por sublevaciones tan brutales como inútiles.

Tengo que confesar que creo poco en las leyes. Si son duras se las transgrede con razón, si son demasiadas complicadas, el ingenio humano encuentra fácilmente el modo de deslizarse entre las mallasde esa red tan frágil, las antiguas son almohadas de los jueces. Sólo alcanzan a una mínima parte de los culpables.

Soy capaz de imaginar formas de servidumbre peores que las nuestras, por más insidiosas, sea que se logre transformar a los hombres en máquinas estúpidas y satisfechas, creídas de su libertad en pleno sometimiento.

La situación de las mujeresse ve determinada por extrañas condiciones:sometidas y protegidas a la vez, débiles y todopoderosas, demasiado respetadas y despreciadas.

Parte de nuestros males proviene de que hay demasiados hombres vergonzosamente ricos o desesperadamente pobres.

A lo largo de 20 años  de poder pasé 12 sin domicilio fijo. Ocupaba sucesivamente los palacios de los mercaderes asiáticos, las discretas casas griegas, las hermosas villas provistasde baños y caloríferos de los residentes romanos en Galia, chozas o granjas. Pero seguía prefiriendo la liviana tienda, la arquitectura de tela y cuerdas.

Los navíos no eran menos que los alojamientos terrestres. Tuve uno con gimnasio y biblioteca.

El único lujo era la velocidad y todo lo que lo favorecía. Pero el gran recurso era la perfecta salud.

Construir es colaborar con la tierra, imprimir una marca humana en un paisaje que se modificará así para siempre. Es contribuir al lento cambio que constituye la vida de las ciudades.

Cuanto más he pensado en mi muerte, y sobre todo en la de otro, con mayor motivo he buscado agregar a nuestras vidas esas prolongaciones casi indestructibles.

Casi todo nuestro gusto consiente ha sido ya intentado en el mundo de las formas; pasé entonces al de los colores. Cada piedraun desafío cada efdificio un sueño.

Mis contactos con las artes bárbaras me han llevado a creer que cada raza se limita a ciertos temas, a ciertos modos dentro de los modos posibles y dentro de las posibilidades ofrecidas a cada raza, la época cumple además una selección complementaria.

A cada uno su senda y su meta, su ambición si se quiere, su gusto más secreto y su más claro ideal.

Quería que atodos llegara la inmensa majestad de la paz romana, insensible y presente como la música del cielo en marcha; que el viajero más humilde pudiera errar de un país, de un continente al otro sin formalidades vejatorias, sin peligros, por doquiera seguro de un mínimo de legalidad y de cultura; que nuestros soldados continuaran su eterna danza pírrica en alas fronteras; que todo funcionara sin inconvenientes, los talleres y templos;que en el mar se trazara la estela de hermosos navíos y que frecuentaran las rutas numerosos vehículos; quería que en un mundo bien ordenado los filósofos tuvieran su lugar y también lo tuvieran los bailarines..

Este ideal podría cumplirse si los hombres pusieran a su servicio parte de la energía que gastan en trabajos estúpidos o feroces; una feliz oportunidad me ha permitido realizarlo parcialmente en este último cuarto de siglo.

Cada hombre está eternamente obligado en el curso de su breve vida a elegir entre la esperanza infatigable y la prudente falta de esperanza, entre el caos y la estabilidad, entre el Titán y el Olimpo. A elegir entre ellas o acordalas alguna vez entre sí.

Para impedir el desastre de la legión en Gran Bretaña tomé dos decisiones: 1)reforzar las tropas con indígenas de allí, 2)dividir la isla por la parte más angosta, para proteger las zonas fértiles y los ataques. La Galia y España me supuso menos tiempo.

Para la paz de Oriente me llevé a la hija del emperador Osroes tomada prisionera de cuna. E n la reunión no hablaba. Era un sabio. Sus díscipulos eran más locuaces, eran vagabundos de la India y su maestro era de la casta de los brahamanes.

Con o sin razón, la humanidad ha concebido casi siempre a su dios en términos de providencia; mis funciones me obligaban a ser esa providencia para una parte del género humano.

Me inicié en Elesius. Aquella vista a Osroes había cambiado en ciierto sentido el curso de mi vida. Atenas cada vez más era mi patria, mi centro. Quería agradecer a los griegos y helenizarme lo más posible, pero aquella iniciación motivada en parte por considereaciones políticas fue una experiencia sin igual religiosa. Los grandes ritos eleusinos solo simbolizan los acaecimientos de la vida humana, pero el símbolo va más allá del acto, explica cada uno de nuestros gestos en término de mecánica eterna. La enseñanza recibida en Elisius debe ser mantenida en secreto; por lo demás, siendo por naturaleza inefable, corre pocos riesgos de ser divulgada.

Conviene que mencione aquí una costumbre que me llevó durante toda mi vida por caminos mens secretos que los de Elesius, pero que al fin y al cabo son paralelos:me refiero al estudio de los astros.

Después de tantas reflexiones y de tantas experiencias quizás condenables,s igo ignorando lo que sucede detrás de esa negra colgadura. Pero la noche siria representa mi parte consciente de inmortalidad.

Saeculum Aureum.

En Nicomedia me quedé en casa de Próculo, hombre refinado, que organizó reuniones literarias en mi honor. Sofistas de paso, grupo de estudiantes y aficionados a la literatura al borde de una fuente de agua limpia en honor a Pan.

Los años de la edad de Oro todo era fácil: los esfuerzos de antaño eran recompensados por una facilidad casi divina. Viajar era un juego, el trabajo incesante una voluptuosidad. Mi vida a la que todo llegaba tarde, el poder y aun la felicidad, adquiría un esplendor cenital.

La pasión colmada posee su inocencia, casi tan frágil como las otras; el resto de las bellezas humanas pasaba a ser un espectáculo, no era ya la presa que yo había perseguido como cazador.

Me instalé en Atenas como hombre que vuelve al hogar, trataba de convertir una ciudad admirable en una ciudad perfecta. Mis obreros se pusieron a la tarea, había que disponerlo y construirlo todo. 

Y por la noche la arquitectura cedía el lugar a la música, esa construcción invisible. Aquel hermoso invierno fue rico en amistades: el opulento Ático, su hijo Herodes el retórico Polemón, y el más precioso de los encuentros: Arriano de Nicomedia, que estuvo recopilando palabra por palabra los últimos días de Epicteto.

Amo tenderme junto a os muertos para medirme a mí mismo.

Hacía ya largo tiempo que prefería las fábulas sobre los amores y las querellas de los dioses a los torpes comentarios de los filósofos acerca de la naturaleza divina; aceptaba ser la imagen de Júpiter en la medida que este es hombre, sosten del mundo, justicia encarnada, orden de las cosas, amantes de los Gamínedes y las Europas, esposo negligente de la acerba Juno.

El éxito, sin embargo, multiplicaba en torno a mílas ocasiones de abandonarme a ese vértigo; cada estación parecía colaborar con los poetas y los músicos de mi séquito para convertir nuestra existencia en una fiesta olímpica.

La franqueza era la única virtud a la que me ceñía cada vez más; me daba cuenta que entre nosotros  las disciplinas heróicas con las que Grecia rodeaba el afecto de un hombre maduro por un camarada más joven no suele pasar de un simulacro hipócrita.

El porvenir no me podía dar nada más , nada más que pasara por un don.

Cada siglo tiene sus audacias: los espíritus más excelsos del njuestro, cansados de una filosofía que se va reduciendo a la declamaciones escolares, terminan por rondar esas fronteras prohibidas al hombre.

Habíase despertado en mí la curiosidad  por esas regiones intermedias donde el alma y la carne se confunden, donde el sueño responde a la realidad y a veces se le adelanta, donde vida y muerte intercambian sus atributos y sus máscaras. Hermógenes , mi médico, desaprobaba esos experimentos pero acabó haciéndome conocer a ciertos colegas que se ocupaban de esas cosas. A su lado traté de localizar el asiento del alma, de hallar los lazos que la atan al cuerpo, midiendo el tiempo que tarda en desprenderse de ellos. Soñábamos en voz alta: "¿Será el alma dla culminación suprema del cuerpo, frágil manifestación del dolor y manifestación de existir?

En mí el escepticismo luchaba con el deseo de saber y el entusiasmo con la ironía. Pero estaba convencido de que nuestra inteligencia sólo deja filtrar hasta nosotros un magro residuo de los hechos; de más en más me interesaba el mundo oscuro de la sensación, negra noche donde fulguran y ruedan soles enceguecedores.

En Alejandría las religiones son tan variadas como los negocios. Los cristianos y sus abundantes sectas.Las getes a la moda cambian allí de dios como en otras partes se cambia de médico y no con tanat suerte. Los judíoas agriaban esa masa ya agria más aún.

Flegón nos llevó a una maga. sus predicciones fueron siniestra como lo decía el oráculo. Aquellas bocas lo hacían para infundarme miedo. La magia fenicia me enseñó que el horror de esas prácticas prohibidas no radica tanto en los que nos cuentan sino en lo que nos ocultan. Me hubieran aconsejado inmolar un humano pero sabían mi odio a ello. Lo hicieron con un animal, ahogaron un halcón (como Osiris en el Nilo)

Toda hora tiene su deberinmediato, un mandamiento que domina a todo el resto; el mío, en ese momento era el de defender contra la muerte lo poco que me quedaba.

Me indiganaba el apasionamiento que pone el hombre en desdeñar los hechos en beneficio de la hipótesis y en no reconocer sus sueños como sueños.

La memoria de la mayoría de los hombres es un cementerio abandonado donde yacen los muertos que aquellos han dejado de honrar y querer. Todo dolor prolongado es un insulto a ese olvido.

Disciplina Augusta.

Cuadrato me mandó una apología de la fe cristiana, confiaba convertirme en crsitiano. Pedia Flegón que buscara noticias de la secta de Jesús muerto hacía 100 años. dejó perceptos muy parecidos a Orfeo.

El pensamiento de nuestros filósofos me parecía limitado, confuso o estéril. Quizás por disminución de inteligencia o decadencia del carácter. Hice  incluir en los programas escolares obras de Hesíodo y Ennio y derrocar a Homero y Virgilio. Revisé la constitución ateniense.

Virgilio me recordaba a España, su vilencia de sangre celta, ibera, púnica en Itálica y que e a mi padre lo llamaron el Africano.

La administración de Italia abandonada a los pretores nunca fue codificada yer apara reducir contradicciones.

Plotina grabó en el umbral  de la biblioteca creada por sus afanes en pleno foro de Trajano. Hospital del Alma.

Ningún pueblo salvo Isrrael tiene la arrogancia de encerrar toda la verdad en los estrechos límites de una sola concepción divina, insultando así la multiplicidad del dios que todo lo contiene; ningún otro dios ha inspirado a sus adoradores el desprecio y el odio hacia los que ruegan en altares diferentes. Queríad hacer de Jerusalen una ciudad como las demás, donde diversas razas y diversos cultos pudieran existir pacíficamente; olvidaba que en todo conbate entre el fanatismo y el sentido común, pocas veces logra este último imponerse. Hablar y tres años allí pudo ser reconquistada, pero me fui de allí. La guerra de Judea fue un fracaso.

Los judioscristianizados a quienes no habíamos molestado y que guardaron rncor al resto del pueblo judio por haber perseguyido a su profeta, vieron en nosotros el instrumento de la cólera divina. Los delirios y malentendidos continuaban.

Una inscripción emplazada en el lugar donde se había levantado Jerusalen prohibió bajo pena de muerte a los judíos que volvieran a instalarse en aquel montón de escombros; reproducía palabra por palabra la frase inscrita antaño en el portal del templo, por la cual se prohibía la entrada a los incircuncisos. Un día por año el nueve del mes Ab (coincide Julio o Agosto) los judíos tienen derecho a congregarse para llorar ante un muro en ruinas. Los más piadosos se negaron a abandonar su tierra natal y se establecieron lo mejor posible en las regiones poco devastadas por la guerra: los más fanáticos pasaron a territorio parto mientras otros se encaminaban a Antioquía, Alejandría y Pérgamo; los más inteligentes se marcharon a Roma y allí properaron. Judea fue borrada del mapa y recibió, conforme a mis órdenes, el nombre de Plestina. Durante los cuatro años de guerra, cincuenta fortalezas y más de 900 ciudades y aldes fueron saqueadas y destruidas, el enemigo había perdido casi seiscientos mil hombres, los combates, las fiebres endémicas y las epidemias nos costaban cerca de noventa mil. La reconstrucción del país siguió inmediatamente a la terminación de la guerra:Elia Capitolinafue eregida otra vez aunque en escala más modesta;siempre hay que olver a empezar.

No tengo hijos y no lo lamento. No tengo especial interés en legarme en alguien. No es la sangre lo que establece la verdadera continuidad humana.El heredero de Alejandro es César y noel débil infante nacido de una princesa persa...LA mayoría de los hombres notables de la historia  tuvieron descendientes mediocres  o peores. La ternura del padre está en conflicto con la del jefe. Reproché amargamente a Trajano que vacilara durante 20 años antes de resolverme adoptarme.

La posibilidad de quitarse la máscara en todas alas ocasiones es una de las raras ventajas que reconozco a la vejez;valiéndome de ella, me negué a asistir a funerales de Pualina.

Mi opinión sobre Lucio se modificaba de continuo, cosa que sólo sucede con aquellos seres que nos tocan de cerca; a los demás nos contentamos con juzgarlos en general y de una vez por todas.

Mi nujer cuando murió se felicitaba de morir sin hijos;pues mis hijos se hubieran parecido a mí y ella les hubiera mostrado la misma adversión que a su padre. Aquella frase en la que supura tanto rencor fue la única prueba de amor que me haya dado Sabina.

Jamás he creído que la edad sea una excusa para la malignidad humana:antes buien, me parece una circunstancia agravante.

A los 17 años el exceso es una virtud.

Creo dar a los hombres la única posibilidad que tendrán jamás de realizar el sueño de Platón:ver reinar sobre ellos a un filósofo de corazón puro.

Hay más de una sabiduría y todas son necesarias al mundo;no está mal que se vayan alternando.

Patientia.

Arriano sabe que lo que verdaderamente cuenta es lo que no figurará en las biografías oficiales, lo que no se inscribe en las tumbas; sabe también que el transcurso del tiempo no hace sino agregar un vértigo más a la desdicha.

Hace años di permiso paar que Ëufrates se suicidara.Nada parecía más simple; un hombre tiene el derecho de decidir en qué momento su vida cesa de ser útil. Yo no sabía entonces que la muerte puede convertirse en el objeto de un ciego ardor, de una avidez semejante al amor.

Estaba de acuerdo en morir; pero no en afixiarme;la enfermedad nos hace sentir repugnancia de la muerte y queremos sanar que es la única forma de querer vivir.

He tenido una suerte análoga a la de ciertos jardineros:todo lo que trate de implantar en la imaginación humana ha hechado raíz.

La meditación de la muerte no enseña a morir y no facilita la partida; pero ya no es facilidad lo que busco.

Durante ciertos períodos de mi vida he tomado nota de mis sueños, para discutir su significado con sacerdotes filósofos y astrólogos. La facultad de soñar eme ha venido en estos meses de agonía.

No me enojo ya con los médicos; sus tontos remedios me han condenado, pero nosotros tenemos la culpa de su presunción y su hipócrita pedantería.

Cuaderno de notas a las "Memorias de Adriano".

Fue concebido de 1924-29.  Era demasiado joven :Hay libros a los que no hay que atreverse hasta cumplido los 40. Abandono el proyecto de 1937-39 y de 1939 a 1948.

Otra figura me ha tentado con insistencia similar: Omar Khayam, poeta y astrónomo.

Pense´en estudiar a Plotina, pero la vida de las mueres es más limitada o demasiado secreta.

Estuve con un pie en la erudicón y otro en la magia, esa magia simpática que consiste en transportarse mentalmente al interior de otro.

Si este hombre no hubiera mantenido la paz del mundo y no hubiera renovado la economía del imperio, sus venturas y desventuras personales interesarían menos.

Diario es distinto e Memorias, porque el hombre de acción no lleva diario.

El hombre más apasionado por la verdad, o al menos por la exactitud, es por lo común el más capz de darse cuenta, como Pilatos, de que la verdad noes pura. De ahí que las afirmaciones más directas vayan mezcladas con dudas, repliegues, rodeos que un espíritu más convencional no tendría. En ocasiones, aunque no a menudo, me asaltaba la impresión que el emperador mentía. Y entonces tenía que dejarle mentir, como todos hacemos.

Las dos fuentes principales del estudio del emperador fueron Dion Casio y Esparciano. Y su villa está a 20 km de Roma.