"La mortaja".Miguel Delibes.
10.4.2025
El valle era una polvorienta cuenca con dos estaciones: verno e invierno. Poco agua en junio por la cuenca para el trigo. Sólo melonar, trigo y codorniz.
En la baja Extremadura, el niño jugaba junto a la casa blanca. El hombre con la chaqueta a los hombros pasó sin saludarno y empujó con el pie la puerta. El Senderines, el niño, lo siguió con los ojos.
Hubo un tiempo que al niño le descorazonaba el nombre de mujer de su padre ; Trinidad. Trinidad son 3 dioses no 3 diosas, pero lo llamaban Trino sus amigos, le decía al chiquillo. Así se lo dijo a Canor, que se iría de la central y solo volvía en Navidad.
Canor con la broma de que era nombre de mujer, le hizo pensar que una mujer no pesaba más de 100 kg.
No se bañaban en la balas porque no se sostenían en el agua. Sólo había barbos y tencas y Ovi, la mujer de Goyo decía que sabían a cieno. Los niños se sentaban al lado de Goyo a ver qué pescaba. Y a la pesca, lo ayudaban a terminar de morir incando juncos en sus ojos.
Más tarde la psicícola trerían carpas y lucios desde Aranjuez. Goyo decía que rean como tiburones, los lucios. Por ello el Senderines no se bañaba.
Su padre le decía que no tuviese miedo de nada, ni siqueira como su madre a los truenos y las abejas. El médico le decía que tenía que comer , Senderines era flaco y no quería el médico que le pasase lo que a su madre. Eso le hizo pensar que moriría joven.
Su padre desistió en buscarle la fuerza en los brazos. Le dijo si se bañaría en la balsa y Senderines le decía que bajaba mucha porquería de la fábrica. El padre le dijo qu se lo comería un lucio ¿no?
La Cesa tritruraba troncos hasta de 1,5 m de diámetro, dejaba en el río esmuma azul como iceberg. Iceberg que hundía el Senderines en el río. Antes de hundirlos le producía cosquillas en la cara y eso le hacía reir.
Pero la mirada y la enbergadura de su padre hacía que creyese que era como era dios de verdad.
El sábado Trino llegaba borracho y dormía desnudo entre sábanas con un montón de moscas sin inmutarse.
Entonces es cuando el Senderines moldeaba la arcilla. Le atraía todo aquello que cambiase al menor accidente. La monotonía le abrumaba. El día que los Reyes Magos le trajeron un regalo, montados e borrico del pueblo de al lado, lo destrozó cuando lo tuvo en las manos; él deseó cambiarlo.
Cuando descubrió el yacimientojunto al chorro del abrevadedo, Conrado después del servicio en la central le dijo que a su padre n le gustaría ese juego, las rapaces cualquier cosa abtes de vuestra obligación, dijo. A l niño le daba igual. Cinco años antes le enseñó la fábrica de la luz, era tan fácil como entrara el agua por una reja y ya está. Al niño le fascinaba, a los que trabajaban allí y a los adultos no tanto.
Un día la central se paró, pero los adultos seguían hablando a gritos.
Cuando llegaba el verano se veía en la cabecera de la cama del niño, la ejecución de los mosquitos con la anterior chupada.
El día que vio a su padre desnudo no dijo, nada, como todo saberlo era cuestión de tiempo. Verlo nesnudo no le alteraba. Un día llegó y vio a su padre con los ojos vidriosos con la boca abierta. Sabía que estaba muerto. Por primera vez se vio ante una responsabilidad, buscó su ropa para que la gente del pueblo nos e avergonzara. Sin calzoncillos le puso la ropa.
Hizo todo aquello por la libertad que le brindó su padre , cosa que no hacía ningún padre llevándolos a la escuela o al taller. Llegada la noche deseó llorar pero necesitaba una voz y encendió la radio, pero la apagó porque se le apreció a su padre. ABrió la puerta y salió a correr durante toda la noche.
Fue a casa de Goyo y la Ovi se extrañó de verlo. ¿Qué hasce tú aquí aestas horas?Mi padre ha muerto sólo dijo. cUando se enteró Goyo dijo que le había reventado. Se apostó con Baudilio quién de los dos comía más y Trino se comío dos docenas de uevos y un cochinillo con huesos y le decía que parase ya. Se había metido dos litros de vino y no sabía lo que hacía. Si no saben beber para qué lo hacían, Le está bien empleado, es todo lo que se me ocurre. Cogió al niño lo metió en su casa de un empujón como si tuviese la culpa y dijo. que le dió dos guantadas y eso no se lo perdonó ni a su padre.
Le dijo al niño que dormiría allí y el niño dijo que estaba desnudo, pero el Goyo dijo jurara que no le vería más la cara, en vida, por las dos guantadas. La Obi abrazó al niño porque le castañeban los dientes.. Pero el niño se fue. Cuando se vio el niño solo junto a la balsa se arrodilló para acariciar los restos del reisduo de la central, arrancó un juntco y trató de atraer más.
Pensó junto la luciernadga que llevaba en una cajita de betún, coger tres más, para ponerlas en cad esquina de la cama.
De pronto río abajo escuchó cantar a Pernales, que hacía piedras para los trillos con un martillo. Aunque lo veron vender confitura en un cine, Baudilio decía que a Pernales no le hacía falta trabajar, que invernaba en Africa como las golondrinas.
La voz de Pernales ahuyentaba las sombras y los temores y hacía solubles todos los problemas. Lo vio y le invitó a un trago cosa que denegó el niño, pero lo invitó a su hoguera. Lo invitó a cantar pero el niño no quiso. Le preguntó que quería entonces. El niño angustiado dijo que su padre murió. Pero que estaba desnudo y había que vestirlo antes de dar aviso.
El niño le preguntó si iría, y Pernales le preguntó qué iba a hacer con la ropa. El niño le dijo regalarle un traje nuevo si lo ayudaba. Pero quería los zapatos. Andando entonces.
Pernales por el camino lo enseñó a escupir por el comillo.
Al vestir al padre a Perniles también le gustó el despertador. Con los zapatos, traje y despertador en manos le dijo al niño que la Paula se iba a quedar de una pieza cuando lo viese. Con unos calcetines los zapatos que ni pintados.
Le anudó un pañuelo por la cabeza para cerrarle la boca y le cerr´los ojos. Le indicó al niño que mañana le quitara el pañuelo. Se marchó a su negocio. Pero negoció corbata y calzoncillos, para que se quedase. Y el aparato de radio...
La cosnciencia de compañía había serenado sus nervios y que su padre por fin estuviese vestido. Pueso la cabeza sobre el muerto y se quedó dormido. Cuando se despertó estaba Conrado. Voy a dar avido. Y el niño le dijo que no tardase.
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