Esta vez fuimos a Los Rosales a Ochando.
La verdad que es que hacía mucho tiempo que no pasaba por allí y lo que recuerdo de ese pueblo eran unas magníficas rosas fritas con miel que me tomé en la casa de una familia de por allí. Pero hace unas cuantas vidas de eso...Está todo muy cambiado. Aunque quería ir a la iglesia y ver las cosas, sólo nos dio tiempo de ver la casa de la cultura por fuera y una fuente que refrescaba esos treinta y tantos grados del principio del mes de Octubre... Paramos a beber y nos fuimos corriendo hasta el restaurante.
El local muy bonito y hermoso y lo regentaban una pareja ayudado por una cocinera para 18 pax, 3 por 6 pax, los mismos números que el Templo : "Restaurante El Vagagundo Millonario" (EVM). Después dicen que estoy loco...Sólo es cuestión de números, válidos para pensadores y entendidos...
Nada más sentarnos: aperitivos de la casa. Cosa fundamental para el Templo, para mí, y que ya no había encontrado por ninguno de los últimos Michelín que visitamos: "Gazpacho de Remolacha" y "Profiterol con Paté de Conejo". Muy bueno.
Pedimos a la carta porque yo cada vez como menos y fue así y salí lleno. "La ostra con Sherrymary" tan sonada y repetida estaba maravillosa.
"Tartar de Atún con Ajo Blanco trufado", sonado y repetido en tantas casas...Era fundamental en esta casa , más si se ha pasado por "El Campero", y por supuesto delicioso...
Pero lo sorprendente y espectaular fueron las "Mollejas con Meuniere de Oveja". Xodó no le gustaban las mollejas pero a partir de ahí se que las pediría más. Glaseadas y con su jugo. Un manjar lo dicho.
Pagamos y nos fuimos directo a la Confitería de la cual hablaré otro día. La reflexión de Xodó fue que hay que "tenerlos gordos para montarlo en este pueblo", con razón, y le contesté: "hay que estar seguro, Caritina, hay que estar seguro"...
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