"Las Dríades y los malditos recalificadores".

Cuenta la leyenda que un romano llamado Brutius, que era como su propio nombre indica (un grandullón sedoso y malangre), en el siglo II d.c. se marchó a las afueras de su campamento romano con hacha en manos a hacer un atropello , de esos de los que se hacen hoy en día con motivos justificados políticamente, pero con el fuego. 

Por entonces en época romana, aún cabrones (no tanto como ahora), cortaban o talaban los árboles de uno en uno , ya que eso de recalificar y edificar les resbalaba.Al soldado de turno no... Ellos eran más de la vuelta al jabalí de turno en la hoguera y toneles y toneles de vino... 

Los malditos recalificadores de hoy en días son los Brutius de entonces, siguen con la vuelta del jabalí pero más estilizados en plachas y hornos mixtos, hogueras por brasas de sarmiento y jabalíes por el  Tomahawk de turno. Siguen con los vidones de vino y hablando tonterías de "El que más " como diría la banda de rock "Obús".

Pero siguiendo con la historia y dejando a un lado los politicuchos y sus compadres los recalificadores o ellos mismos , que luego les volveré a dar un repaso; Brutius se enamoró de un árbol en concreto era un "Drys", era un roble. 

Pero del que se había enamorado, era único ya que cuando iba por aquella zona a hacer sus necesidades escuchaba como una voz dulce cantaba y como unas bellas damas cantaban y bailaban cogidas de las manos alrededor del gran árbol que Brutus intentaría robar la vida. Brutius no podía contar aquella historia a sus compañeros. Cada vez que iba por allí simpre las escuchaba cantar y bailar e incluso verlas, pero ebrio del tonel de vino en el estómago, se olvidaría de todo aquello. Sin lugar a dudas era el motivo de pensamiento diario que lo atormentaba en sus guardias de centurión.

Una noche en la cena tan abundante que se daban; que aparte del jabalí diario, metieron en la hoguera una vaca, noche en la cual comieron y bebieron más aún, Brutius pensó en la coartada perfecta.

Ese despilfarro carnico alfa le dio fuerzas para acabar con la tormenta de todos los días de pensar en las voces y sus cantos del roble y decidió, tomar cartas en el asunto y acabar con sus visiones.

Lo atormentaba tanto que en esa borrachera (la de ese día) decidió zanjar la fiesta de las Dríades y cortaría los cantos y los bailes con su hacha. Se posó el hacha en el hombre y le dijo a sus compañeros de juerga que iba a "plantar un pino" y necesitaba un agujero pero de los grandes.Esa fue la noche perfecta porque tenía la excusa perfecta. El sabía que nadie podía cortar un árbol sin antes un ministro de la religión no declaraba que las ninfas lo habían abandonado.

Fue directo al roble y no había cantos y lo cortó. Escuchó el canto en otro árbol y lo cortó y así hasta que Brutius se dio cuenta que las Dríades se pasan de árbol en árbol y el centurión cortaba donde escuchaba las voces.

Cual loco cortando árboles, vio que estaba amaneciendo e iba siendo hora de hacer la guardia en la garita del campamento y se marchó de allí. Camino del campamento miró hacía atrás y dejó un escampado digno para construir otro campamento. Cosa que hizo el pretor de turno con sus compinchados "compaters".

Las Díades desaparecían y desaparecían , de un lugar a otro, porque a lo largo de la historia se iban talando árboles hasta que al politicucho de turno, un listo de la era moderna , se le ocurrió que era más fácil quemar para después recalificar. Empezó por los años setenta. Cogían al tonto del pueblo (o al listo...), le daban un dinerillo y lo mandaban a quemar parte del monte. Y ahora en el año 2025 la gente se extraña de que ardan los campos,¡60 años después!...Y se prohibió el cristal y hacer campismo...Qué tontos nos hacen las decisiones que nos piden sin poderlas investigar...

La pena de todo esto es que la gente se siga creyendo que Brutius no existió, ni que el tonto del pueblo existió, ni que el campismo existió y que los cristales queman los campos y sobre todo que las Dríades desaparecieron para siempre...

La pena de todo esto es que existen los jabalíes, el sarmiento, los toneles de vino, los "compaters", la recalificación y los montes ardiendo; y  lo que más duele en el alma: el lloro contado por el campesino, de sus ovejas llorando...