"El valor de elegir". Fernando Sabater.

6/4/2019 11:45 a 4/12/2019 18:16

Si quieres el libro el enlace, de lo contrario te dejo mis apuntes:

EL VALOR DE ELEGIR

Introducción.

¿En qué consiste la libertad? Ni en espacio ni tiempo sirven para despejar las perplejidades.

Cuando los filósofos te enseñan en buscar la esencia de un concepto lo que realmente te enseñan es intentar una definición completa y compleja de dicha palabra.

Primera Parte. Antropología de la Verdad.

Capítul 1 . El principio del hombre.

El hombre no puede ser comprendido desde sí mismo: que sólo puede describirse o interpretarse con categorías extrahumanas.

Al hombre lo definde ser "praxico"; que actúa.

Actuar no es solo ponerse en movimiento para establecer un instinto sino, llevar a acabo un proyecto que trasciende el instinto.

La acción está vinculada a la previsión y también a lo imprevisto y es intentar prever jugando con lo imprevisible y contando con su incertidumbre.

El ser activo no sólo obra a cauda de la realidad sino que activa la realidad misma.

Selecciona, planea e innova, es lo contrario del cumplimiento de un programa.

Digamos que los seres humanos estamos programados en cuanto as seres pero no en cuanto a humanos.

El cerebro es el órgano específico de la acción:conoce, delibera, valora y decide.

El ser humano es espectante y tentativo.

Capítulo 2. Incertidumbre y fatalidad.

El hombre necesita un símbolo práctico de lo que es y hace para poder hacer y ser.

Lo recibimos de quienes se nos asemejan y lo transmitimos a quienes queremos que se nos asemejen.

Para actuar requiere conocimiento (si no están las cosas y cuál es su naturaleza e imaginación; pero sobre todo decisión a cerca de lo que va a hacerse eligiendo que puede se hecho. Actuar es en esencia elegir, uy elegir consiste en conjugar adecuadamente conocimiento, imaginación y decisión en el campo de lo posible.

La necesidad de actuar es mayor que la probabilidad de cocnocer.

Nuestras acciones están marcadas por dos constituciones irremediables, nuestro conocimiento del estado de las cosas y nuestra imaginación para presuponer alternativas de actos viables padec la limitación de la incertidumbre.

Capítulo 3. ¿Para qué?¿Por qué?

Frente a las inmensas e infinitas fuerzas que operan tumultuosamente en la realidad, el vigor que nos corresponde a veces a penas cuenta.

Cada acción humana se exterioriza en forma de algun tipo de movimiento que transforma parcialmente el mundo donde vivimos, pero tiene también un componente interno no exteriorizado o mental.

La causa de cada acción es siempre la voluntad libre que se decide por un motivo y no el mismo motivo.

En este puno, para desentrañar la "proairesis" o capacidad de elegir que constituye el nervio mismo de la acción humana, hay que identificar sus dos componentesesenciales:  el yo o sujeto y la racionalidad por la que en rincipio parece regirse.

De aquí que la voluntad humana no sea tanto voluntad de vivir o de poder , sino ante todo voluntad de futuro, afán de seguir durando.

La racionalidad no sólo opera en los porqués sino también en los para qué.

Las razones que motivan acciones, consideran que hayy que partir siempre de algún deseo humano para que nuestra decisión resulte inteligible.

Motivos de acción, por qué: 1)necesidad, 2)deleite, 3)compromiso, 4)proyectos, 5)experimentos.

Capítulo 4. Entre lo bueo y lo malo.

El género humano aspira a algo más difícil y arriesgado, la perpetuación y propagamiento de lo irrepetible.

El arte de vivir tiene dos partes: 1)mantenimiento, disfrute y reparación de nuestro organismo, 2)exigencias y compromisos que implica el reconocimiento de la humanidad.

Los que actúan tienen que considerar que es lo óptimo. 

No hay ciencia del vivir difundida por leyes.

Todas las cosas son buenas porque son y participan  así del bien más común y primero de todo, el pertenecer a la relaidad.

Una misma cosa puede ser mala en relación auns y buenas para otros.

Para todos los dmás vivientes existe lo adecuado e inadecuado, favorable y nocivo, conveniente e inapropiado,beneficioso y dañino, positivo y negativo y off-on.

En busca de lo bueno tenemos que dejar abierta y efectiva la posibilidad de lo malo.

Capítulo 5. Tribulaciones del albedrío.

Ningún Nobel lo atribuye a la genética o a su entorno, fueron ellos.

Obrar bien es la consecuencia de saber en qué consiste lo bueno: quien cnoce lo bueno, lo preferirá y actuará acorde.

La esencia de la maldad no reside más que en la ignorancia moral. Cuando elegimos con plenitud de cnocimiento, elegimos lo bueno porque es lo que que conviene a nuestra naturaleza; el mal lo hacemos a ciegas engañads involuntariamente.

Tres tipos de alma: racional impulsiva y apetitiva. Si tiene las dos últimas actúas mal a pesar de que su razón lo sea.

No basta con conocer lo bueno para actuar bien automáticamente.

No sólo deseamos sino que también deseamos desear ciertas cosas y no otras.

Hay cosas que deseamos y a la vez consideramos ideseables. Y hay cosas que no deseamos pero deseamos desearlas. Hay cosas en las que nos empeñamos en desear y terminamos deseandolas.

Se da con frecuencia que una especie de imbecilidad inteligente, racionalmente argumentada aunque no atiende a críticas razonables.

Las decisiones absurdas son casi simepres colectivas.

El libre albedrío (intentar acciones de querer o no querer) siempre ha sido considerada desde que San Agustín la patentó.

El concepto filosófico que se opone a la libertad humana es el destino, lo que no elegimos a través de nuestras aparentes elecciones.

El no ser es el destino de todo ser particular.

Noietzsche predicó el amor a lo irremediable (amor fati).

El suicidio acata nerviosamente lo que no tiee remedio.

Capítulo 6. Las instituciones de la libertad.

No hay amor sino pruebas de amor.

La primera prueba es nuestro testimonio, la capaidad de elegir y rechazar. La segunda nuestra obra en elmundo.

La visión ingenua supone que seríamos más auténticos y originales si no tuviésemos ningún molde actual para orientar y prefigurar la mayor parte de nuestras opciones cotidianas.

La cultura no sólo es el producto de nuestra disposición inteligentemente activa sino que también ha favorecido el aumento de nuestra capacidad cerebral para elegir e inventar.

La libertad no sólo nos define sino que también ha contribuido decisivamente a configurarnos como especie.

Como vivimos hablando con los demás o nosotros mismos en una lengua que no hemos inventado sino que recibimos hasta lo más último de nuestra subjetividad es irrevocablemente social.

Tras el lenguaje, la otra institución decisiva de la libertad merced a la cual amparamos nuestra vulnerabilidad y ampliamos nuestra capacidad de elegir es la técnica.

La técnica no es sólo recomendada por su utilidad (elecciones objetivadas, dinamizadas autónomamente) sino que ante todo configura la redución polémica específicamente humana entre libertad y destino.

La técnica es una economía formidable de la mente y del tiempo. Es decir, un conjunto de prótesis libremente elegidas e inventadas para resistirse al menos parcialmente a nuestro destino.

La libertad no se refiere a lo que queremos hacer sino a lo que podemos hacer.

Para ser libres es preciso saber más que quienes no lo son.

Segunda Parte. Elecciones recomendadas.

Capítulo 7. Elegir la verdad.

Quien busca y requiere la verdad no carece de imaginaciónn ni de coraje.

El que rechaza la verdad de lo real no aspira a nada alternativo más rico ni más complejo sino sólo  a intercambiar las normas objetivas que no le obedecen excepciones arbitrarias de las que pueda sentirse dueño.

 A mi juicio, elegir la verdad significa aceptar algún tipo de realidad subjetiva, independiente. Y me parece sumamente probable que laminislabración o relativización despreciativa de la verdad se a fin de cuentas una forma de animadversión a la realidad.

Se pueden tener aspectos verídicos y falsos a la vez de acurerdo con el punto de vista que se adopte. 

No todos los tipos de verdad son iguales, pero eso no equivale a decir que el concepto de verdad carezca de contenido o que toda la verdad sea una construcción tan caprichosa eimprecisa como las falsedades que se les oponen.

El que toda la verdad no se pueda fundar del mismo modo no quivale a que la pretensión de verdad sea siempre infundada.

Buscar la verdad es un ejercicio de modestia. Se trata de indagar y no de poseer.

Entre las lecciones de nuestra libertad, ninguna tan imprescindible y llena de sentido como la que opta por preferir y buscar la verdad.

Capítulo 8. Elegir placer.

Cuando estás gozando serás todo goce pero no serás tú.

El momento de goce es antitemporal, porque inmuniza contra recompensas o castigos del porvenir, mientras no identifica con lo que siempre ha sido, con algo pasado que se actualiza.

La represión ha proscrito el descanso y la alegría como cosas malas, ávidas en el pecado, que tiene que pedir perdón y hacer penitencia.

La alegría tiene que presentar el certificado médico que acredite de  ella haber dado negativo tras haber sido sometida alos correspondientes pruebas antidrogas, contrles antialcohólicos y profilaxis antivenéreas o más precisamente "anticoncupiscentes"oficialmente exigidas.

La sensatez tiene también sus excesos y no necesita menos moderación que la locura..

Quien sufre requiere de los demás y anhela su compasión, su colaboración y sus remedios: pero el que disfruta, en tanto disfruta, parece volverse inalcanzable e incluso cuando colateralmente contagia su alboroza a los más próximos a sus complices, se diría que ha logrado ponerse a salvo por sí sólo y ya no pide sino que lo dejen en paz.

Capítulo 9. Elegir la política.

Elegir la política es el paso personal a dar después de que su pequeñez no recurra abuscar compañeros y cómplices para obtener lo mejor de lo posible frente a las fatalidades supuestamente irremediables.

Capítulo 10. Elegir la educación cívica.

¿Por dónde empezar la revolución díficil pero necesaria?Por la educación.

Si las pasiones gremiales no me ciegan, me creo autorizado a suponer que esta concepción de la educación tiene especialemente que ver con la filosofía, tanto por su reflexión sobre la práctica social y los valores que la orientan como por su preparación para la comunicación argumentada.

El auténtico problema de la democracia no consiste en el habitual enfrentamiento entre una mayoría silenciosa  y una minoría revindicativa o locuaz sino en el predominio general de la marea de la ignorancia.

Nadie puede llegar a gobernar sin haber sido antes gobernado.

La educación cívica tiene que intentar promover ciudaddanos susceptibles de sentir y apreciar la fuerza de las razones, no las razones de la fuerza.

La educación cívica está directamente ligada al tema de la tolerancia. El objetivo de la educación es cultura democrática y reproducción social consciente.

Educar es preferir y reforzar y no atacar.

Poderosas absolutos ancestrales y toda revolución descarta aspectos del pasado para fundar la orientación del futuro.

Ser tolerantes es convivir con lo que no se desaprueba y con quiens le desaprueban a uno.

Capítulo 11. Elegir la humanidad.

Existe la tendencia considerada a considerar característicamente "humano" a lo que fue humano antes, o sea, algún tipo de taducción cultural

Fukuyama sostiene que "lanaturaleza humanaes la suma del comportamiento ty las características que son típicas de la especie humana y ques e deben afactores genéticos más que a factores ambientales".

La evolución no ha programado a la mente humana para que actúe conforme a los comportamientos típicos de la especie.

Qué somos sólo tiene interés como pregunta filosófica en la medida en que nos ayude a conocer quienes somos.

Autolimitación, solidaridad, respeto: sentirse humano no es adoptar un hecho biológico o cultural, sino tomar una decisión y emprender un camino.

Capítulo 12. Elegir lo contingente.

Los humanos estamos enfermos de énfasis, el énfasis es la valoración hiperbólica de lo  contingente, es decir, la magnificación arrebatada de aquello que puede ser o no.

El énfasis distorsiona por exceso de intensidad: anula las proporciones, desvitúa la escala humana...

Se acusa a nuestra época de ser incurablemente "trivial". Pro pos su trivialidad suele entenderse aquello que decepciona inmediatamente la ingenieria del empeño enfatizado.

Lo trivial es la necesidad de poner mayúscula a todo lo que debería tener nuestro respeto y nuestro aprecio.

A esa plena aceptación sin condiciones ni remilgos de la vida que se manifiesta entre el parpadeo del ser y del no ser llamamos alegría. La alegría ni jistifica nada ni rechaza nada: asume lo irrepetible y frágil que se le ofrece como su único campo de juego.

La única forma compatible con nuestra contingencia de multiplicar ls bienes que apreciamos e intercambiamos, compartirlos, comunicarlos anuestros semejantes para que reboten en ellos y vuelvan a nosotros cargados de sentidos renovados.