Me encanta pasear y probar cosas nuevas y en este caso Xodó y sus cuestiones de niña curiosa y maravillada de la vida, preguntó qué iban aponer en un local donde el suelo era de un azulejo muy bonito y local precioso de corado.
Una heladería; gran idea. Por dónde paseábamos sólo había una y otra podía hacer la competencia de poder elegir donde a uno más le guste. Tras la apertura fuiemos a por nuestros helados. Ella fue a por su pistacho y yo fui a por mi turrón (especialista en él) y el de la casa Engorilao no me defraudó.
He de decir que la cereza con nata y chocolate son sabores que me encandilan y donde haya algo de eso lo pruebo. Efectivamente sabía que la elaboración no era cuestión de polvos y frío. Amablemente le pregunté a la chica si estaban hecho de crema inglesa y me miró con cara como si hubiese visto a un flipao. Pero sonreí y me di la vuelta.
Una pasada. Supercremoso y con mucho sabor. Lo que me gusta a mí de los helados. Con cuerpo y con saciado y en boca la sensación que se tiene cuando se ha comido un jamón de bellota: plenitud.
Cuando nos fuimos le di la enhorabuena y le dije que iban a taner mucho éxito. Ya van por la cuarta apertura...
Por fin me enteré que eran tres hermanos de Alcalá de Guadaira que se formaron en Rimini y sus cremas frías son a base de nata fresca (otra versión, aunque a mí la que más me gusta es la de crema inglesa, repito) pero, como digo son muy buenos.
A Xodó le pusieron su nombre cuando su padre pasaba por una calle camino del registro y no sabía qué nombre ponerle a su reciente bebé. Miró hacia arriba y le puso el nombre de la calle. En este caso, los hermanos dueños del Engorilao, paseaban por Roma y vieron un gorila y le pusieron dicho nombre. Benditas serendepias...
No hay tarde que Xodó baje de su internado a comprarse uno de los engorilaos(el sorprendente Ricotta y Pistacho), y es que ella sabe donde está lo bueno...
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